Mariola

-¡Qué mala es la edad!. Mariola se queja, y no es por vicio. Tiene tan sólo 66 años pero desde que pilló aquel “constipado fuerte” no levanta cabeza.

Hoy vuelve a sentirse cansada, angustiada, le falta el aire. No se lo puede explicar. Ella siempre ha sido una persona sana. No ha fumado, ha llevado una vida ordenada y sencilla y sus ocupaciones, fundamentalmente domésticas, le habían ayudado hasta ahora a mantener su estado físico en excelentes condiciones.

-Si se dijera que vengo de correr un maratón... Pero hijo, sólo he ido a por arroz, y, he subido en el ascensor.
-Bueno mamá. Chica, hay que irse adaptando. Que no tienes 30 años, y, además, desde la neumonía sabes que no estás para lo mismo.
-Ya hijo, pero de eso hace ya dos años, no voy a estar toda la vida así. Es que me da una rabia... Ni que estuviera inútil.



Seis meses más tarde Mariola nota que le falta el aire al levantarse, hasta para ir desde la cama a la cocina a prepararse una manzanilla. Empieza a estar seriamente preocupada. Para colmo se le ha instalado una tosecilla “sin mocos ni nada” de lo más molesta.
Ya está bien, se va al médico y si se enfadan los de urgencias o su hijo que se aguanten, que para eso es una “anciana”.

Hospital General. Entrada.




Los Cuentos de Rokitansky